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Reducir la migración irregular desde Centroamérica con vías alternativas de migración regular

Informe provisional y recomendaciones: Grupo de Trabajo de Centro y Norteamérica sobre Migración

La creación de vías alternativas de migración regular

Mientras que los informes anteriores del Grupo de Trabajo se han centrado en discutir los factores que impulsan la migración centroamericana -corrupción, debilidad del Estado de Derecho, violencia, pobreza, desigualdad, riesgos medioambientales-, este informe considera las vías alternativas para la migración desde el norte de Centroamérica.

La respuesta breve a la pregunta de por qué tantas personas centroamericanas emprenden peligrosos viajes migratorios irregulares es asombrosamente sencilla: porque prácticamente no hay forma de que puedan desplazarse haciendo uso de canales regulares, legales y seguros. Esto es cierto para quienes buscan mejores oportunidades económicas, para quienes huyen de la persecución y la violencia, y para quienes abandonan sus países por una combinación de riesgos económicos, políticos y medioambientales. Este tema no es nuevo. Investigadores y activistas de Centro y Norteamérica han abogado, desde hace décadas, por el desarrollo de vías alternativas a la migración irregular (por ejemplo, Selee et al 2021; Newland y Riester 2018; Hooper 2019). Sin embargo, dada la gran politización de las respuestas a los desarrollos recientes en Centroamérica, tomar acción en esta materia es hoy más urgente que nunca. Sin vías alternativas para la migración, los esfuerzos para proteger a las personas centroamericanas y gestionar las fronteras no tendrán éxito. El desarrollo de vías migratorias seguras y legales eliminaría algunas de las consecuencias negativas de la migración irregular: la extorsión de migrantes por parte de contrabandistas sin escrúpulos, el sufrimiento de las familias separadas y las violaciones de los derechos humanos en general.

La mayoría de los programas existentes para la migración laboral temporal se desarrollaron hace varias décadas en un contexto muy diferente y no toman en cuenta las condiciones actuales de Centroamérica. En particular, las tendencias demográficas tanto en Norte como en Centroamérica se mueven en direcciones diferentes. Se espera que en Estados Unidos el número de personas mayores de 65 años se duplique en los próximos veinte años, al tiempo que el número de mayores de 85 años se cuadruplicará. Mientras tanto, el número de personas trabajadoras que compartirán el coste de la seguridad social caerá en picada (Urban Institute 2021). El crecimiento de la población en Canadá se debe principalmente a la inmigración; de hecho, mientras que una de cada cinco personas en Canadá es inmigrante, la cifra correspondiente en Estados Unidos es de una de cada ocho (INED 2021). Y, como resumía un reciente artículo de The Economist, "México está envejeciendo rápidamente", con una tasa de natalidad en descenso, una esperanza de vida en aumento y bajas tasas de inmigración. La proporción de la población mexicana menor de 20 años alcanzó su punto máximo en 2010 (Economist 2021). Al mismo tiempo, en Centroamérica, la población de jóvenes, de entre 15 y 29 años, ha aumentado 51 por ciento desde el año 2000, en comparación con un incremento de 16 por ciento en Estados Unidos. En la actualidad, 30 por ciento de la población de Guatemala y Honduras y 28 por ciento de la de El Salvador tiene entre 15 y 29 años; casi un tercio de los jóvenes de estos tres países no tienen empleo, ni asisten a la escuela o a programas de formación (Spanos et al. 2021). En un momento en el que Canadá y Estados Unidos necesitan trabajadores jóvenes, Centroamérica tiene muchos más jóvenes que puestos de trabajo. Sin embargo, los programas bilaterales de migración laboral existentes, por haberse desarrollado cuando las condiciones eran muy diferentes, no toman en cuenta, ni aprovechan esta complementariedad. Economist article summarized, “Mexico is aging fast,” with a falling birth rate, increasing life expectancy and low rates of immigration.  The proportion of Mexico’s population under 20 years peaked in 2010 (Economist 2021).  At the same time in Central America, the population of young people, aged 15-29 has surged 51 percent since 2000 compared to an increase of 16 percent in the US.  Presently 30 percent of the population in Guatemala and Honduras and 28 percent in El Salvador are between 15 and 29; almost a third of young people in these three countries are not employed or in school or training programs (Spanos et al 2021). At a time when Canada and the US need young workers, Central Ameica has many more young people than jobs. Yet existing bilateral labor migration programs were developed when conditions were very different.

Si los sistemas regionales de migración laboral son anticuados, el sistema de protección de las personas refugiadas de Centroamérica tampoco funciona: las personas refugiadas no están protegidas en sus países de origen, en su tránsito por México, ni en la frontera entre Estados Unidos y México. Muchas, quizá la mayoría, de las personas centroamericanas que cruzaron la frontera con EE.UU. en 2021 no cumplen los estrictos criterios para ser reconocidas como refugiadas de acuerdo a la legislación estadounidense e internacional (aunque muchas, quizá la mayoría, cumplirían los criterios de la Declaración de Cartagena de 1984) (UNHCR 1984). Sin embargo, no hay otra forma de que entren a EE.UU., por lo que recurren al desbordado sistema de asilo y a menudo son penalizadas por su entrada irregular. Los redactores de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 reconocieron que las personas que huyen de la persecución pueden no tener más remedio que utilizar medios irregulares para entrar a otro país y pedir protección. La entrada irregular no debería ser un factor en su contra — después de todo, pedir asilo es un derecho humano básico.

As Michael Clemens points out, from January through July 2021, 478,000 citizens of Northern Central America were apprehended at the US border. In that same seven months, Northern Central American citizens were given just 8,641 work visas and 1,520 grants of asylum by the United States. This meant that only one in 50 people apprehended at the border had any lawful channel for entering the US. For the other 49, there were no visas; there were no grants of asylum.  They had only two alternatives: to migrate unlawfully, or simply to endure the conditions that drove them to this desperate and dangerous act.  Even including other countries in the region would not much alter this picture. The total lawful channels for Northern Central America citizens to Canada, Mexico, or the United States amounted to about 3.5 for every 50 people apprehended at the US border.

Al examinar las posibilidades de vías alternativas de migración regular, hemos seguido las convenciones y separado las posibilidades para la migración laboral y para la protección. No obstante, las dos vías están conectadas de varias maneras. En primer lugar, las motivaciones para la emigrar suelen ser variadas: a menudo las personas se desplazan porque no pueden sobrevivir en su país; no encuentran trabajo, las redes de seguridad social son inexistentes, sufren extorsión de grupos criminales, la sequía ha destruido sus cosechas o los huracanes han diezmado sus hogares. Como encontraron Abuelafia et al. (2018), 40 por ciento de los migrantes del norte de Centroamérica citan el miedo a la muerte por la violencia generalizada en la región como la razón de su migración y 40 por ciento afirma que las oportunidades económicas en su país de origen no permiten el sustento básico de sus familias. La privación económica y el miedo a la muerte no son motores separados de la migración: la privación exacerba el efecto de la violencia, y viceversa (Clemens 2021a; Bermeo y Leblang 2021; Ibáñez et al. 2021). Pero la falta de vías de migración legal hace que la gente pida asilo porque no hay otra posibilidad de entrar a EE.UU. Es probable que el desarrollo de más vías de migración legal reduzca la presión sobre el sistema de asilo. Si hubiera vías seguras y regulares para entrar a EE.UU., habría menos migración irregular.

Puede parecer una locura hablar de ampliar las vías regulares de migración en un momento en el que la presión para cerrar las fronteras en la región es cada vez mayor. Pero por varias razones, éste es un momento oportuno para impulsar la idea. En primer lugar, es evidente que la securitización de la frontera, el Protocolo de Protección de la Migración y otras medidas restrictivas no están funcionando. En segundo lugar, la falta de trabajadores en EE.UU. en este momento concreto favorecería la búsqueda de formas de aumentar la migración laboral, algo que también ha sido fundamental en la política de inmigración de Canadá en los últimos años. En tercer lugar, las presiones para responder a la situación de las personas refugiadas afganas en EE.UU. y Canadá están dando lugar a debates sobre nuevas vías de protección, tales como el patrocinio privado de las personas refugiadas y la tramitación de las solicitudes de asilo en el país de origen, lo que hace que las condiciones sean favorables para considerar ideas nuevas y audaces para responder a la migración procedente de Centroamérica. En cuarto lugar, parece el momento adecuado para reforzar los enfoques regionales frente a la migración en Centroamérica. Canadá preside actualmente la Plataforma de Apoyo al MIRPS (Marco Integral de Protección y Soluciones Regionales para Abordar el Desplazamiento Forzado en Centroamérica) y será sucedido por EE.UU. en esa función. Se trata de una oportunidad para el liderazgo regional en un importante mecanismo ya existente. Al asumir la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pidió un nuevo fondo mundial para atender la pobreza, lo que quizá indica un mayor compromiso con los enfoques multilaterales para abordar las causas fundamentales de la migración. También ha llegado el momento de considerar -como lo expuso el Grupo de Trabajo en su informe sobre la corresponsabilidad regional- un nuevo mecanismo regional basado en el modelo del Consejo Ártico en el que se acuerden y apliquen estrategias regionales para responder a los retos planteados por la migración.


Los documentos de referencia elaborados por Michael ClemensPathways for Labor Migration from Northern Central America: Five Difficult but Necessary Proposals) and Jennifer Bond (Alternative Protection Pathways in the Americas). El informe también ha beneficiado de una presentación de Jayne Fleming sobre el trabajo de Lamp Lifeboat Ladder. 


El Grupo de Trabajo de Centro y Norteamérica sobre Migración es un foro no gubernamental de académicos, líderes de la sociedad civil y del mundo empresarial, y antiguos responsables políticos en diálogo con funcionarios gubernamentales actuales, creado para facilitar un diálogo de soluciones ampliamente impulsado entre los países implicados en la crisis de la migración y el desplazamiento forzado en la región. Iniciado por el World Refugee & Migration Council (WRMC, Consejo Mundial de Refugiados y Migración) con el Centro de Estudios México-Estados Unidos, El Colegio de México, el Migration Policy Institute (MPI) y el Diálogo Interamericano, el grupo de trabajo emitirá recomendaciones concretas para una acción colectiva y regional basada en la investigación de pruebas para promover el reparto de responsabilidades en toda América del Norte y Central.

Authors

  • Grupo de Trabajo de Centro y Norteamérica sobre Migración
  • Elizabeth Ferris

    Elizabeth Ferris es vicepresidenta de investigación en el Consejo Mundial para los Refugiados y la Migración, profesora de investigación en el Instituto para el Estudio de la Migración Internacional de la Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown y profesora adjunta en la Escuela de Derecho de Georgetown. De enero a septiembre de 2016, fue asesora principal de la Cumbre para los Refugiados y los Migrantes de la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Actualmente es asesora experta del Grupo de Alto Nivel sobre el Desplazamiento. De 2006 a 2015, fue becaria principal y codirectora del Proyecto Brookings-LSE sobre Desplazamiento Interno, donde trabajó para apoyar la comprensión y la protección de los desplazados internos.